¿Nuestros derechos o los suyos?

13 may 2019 / 16:32 H.

Cuenta la leyenda que todos nacemos iguales. Cuenta que todos nacemos libres. Cuenta muchas cosas esto que llamamos Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada allá por el año 1948. Me parece un importantísimo avance en nuestra historia reciente,pero también sumamente hipócrita,tanto en cuanto se siga dividiendo a las personas en gente blanca o de color, africana o europea, heterosexual u homosexual y que en las pesquisas siempre acaben perdiendo los mismos. No somos iguales. No somos ni parecidos. Pero no es la raza, la inclinación sexual o el dinero lo que nos hace diferentes, sino la mediocridad de mente, la supremacía arcaica, que cuando parece que va a desaparecer por fin, vuelve a resurgir con más fuerza que nunca. Miedo me dan esos que no tienen ni puñetera idea de que hay un escrito que se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos, y no tanto los que actúan contra él como los que no los corrigen cuando está en su mano hacerlo. Si Eleonor Roosevelt levantase la cabeza y viese que ese avance para la humanidad por el que tanto peleó aún sigue en pañales y que la carta Magna de la Humanidad, como ella la llamó, se la trae al fresco a unos cuantos poderosos, se moría otra vez. Esta vez del susto.