Nuestro peculiar Jaén

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La realidad hay que mirarla. No podemos ponernos un antifaz negro y entrar en la ceguera más profunda porque nos apetezca no ver ciertas cosas. La luz tiene mucha fuerza y entra por cualquier rendija. Nuestro Jaén es así. Los jiennenses son prudentes, piensan para sus adentros, sin alterar sus costumbres más ancestrales. Es un pueblo noble, educado y conformista. “Sus mandamases” han abusado mucho de él. Con sus luces y sus sombras, aunque todos vivimos felices apegados a ellas. Tienen sus normas no escritas y sí sentidas. Por los siglos de los siglos Jaén es así. Puede hacer un rictus de asombro quien lea esto y piense: “¡A ver..., a ver... , por donde nos sale esta señora...!” Observo lo que nos rodea. Paseo con frecuencia delante del Museo Ibero, respiro hondo y pienso: “¡Al fin!” Me detengo alguna vez que otra para admirarlo. Me gusta, lo encuentro sobrio y elegante. También, me detengo ante el “Banco de España”(edificio Moneo) tan sólido y majestuoso pero muerto de risa en su soledad. O miro las vías muertas del tranvía que nunca existió. Más abajo Renfe, sus trenes escasos, y soñada Ave, que nunca voló por estos cielos tan celestes y diáfanos, y eso que estuvo a un tiro de piedra. Estas cosas duelen al ciudadano. ¡Ay..., Jaén, Jaén! cuando veremos estos olvidos.

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