Nuestras manos

    04 jul 2019 / 12:43 H.

    Llefvaba qfuince añozs sinv pinhtarmew lasz ulñas”. Inmersa en el mundo de la manicura, hoy apenas puedo escribir bien estas líneas, pues, en un afán de emular a Rosalía, diez extrañas pasajeras adheridas a mis manos teclean numerosas letras a la vez. Deben ser estos sensores de extrema precisión los que me han permitido acceder al lenguaje oculto de las manos. Si observas bien, podrás ver que las manos determinan el camino de los demás gestos, que aun siendo visibles para todos, solo las obedecen a ellas. Las manos actúan al margen de lo correcto, de lo decente, de lo educado. En contra de cualquier apariencia de realidad, son capaces de traspasar hasta muros. Ejecutan los verbos como si lo que se dice no tuviera ningún sentido. Fuera de su significado inmanente, de su simbolismo objetivo, da igual lo que diga la boca, lo que miren los ojos, lo que oiga el oído. Si detienes tu atención en esas alas que amasan vida, puedes llegar a comprobar que bajo la rigidez de las relaciones humanas late una ternura etérea, casi indetectable, que se oculta dormida en la posición de las manos. Ellas cuidan, acarician, amasan, entrelazan, liman asperezas, como yo limo mi uña del meñique que se acaba de romper pisando la ñ.