Nuestra escuela

    07 jul 2022 / 18:25 H.
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    Esto era una vez una escuela en la que roles, objetivos y finalidades estaban bien definidos y todo el mundo sabía a qué atenerse; pero, con el devenir del tiempo, fue convirtiéndose en parque temático en el que el discente iba a disfrutar y ser feliz principalmente, hasta que terminó por ser guardería desde infantil a secundaria e incluso Bachillerato, con promoción automática y exenta de esfuerzo y mérito personal. Qué pena daban los educandos cuando se sacrificaban como corderos en aras de hacerlos borreguitos de un mismo redil; y de los docentes que eran la única resistencia que tenían las desastrosas leyes educativas que nuestro país había implantando, en estos últimos decenios, en aras de una modernidad mal entendida. Con las sucesivas leyes, incluyendo la Ley Celáa, la escuela se ha entregado en manos de la tecnología pura y dura y de otros intereses espúreos, olvidando su finalidad principal: enseñar a leer, escribir y pensar, amueblando inteligencias vírgenes para que no se dejen engañar por la mentira del político o mandamás ignorante de turno; y para que las nuevas generaciones desentrañen la obscuridad de la ignorancia y lleguen a la luz de la sabiduría en todos los campos. ¡No pierdo la esperanza!

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