Nos toca berrear
Tras la vorágine estival, volvemos a asumir las consignas y comportamientos que nos marcan los cánones a los que estamos acostumbrados. Ahora nos toca berrear, en el sentido más afable del término, nos corresponde la asunción de unas realidades que quedaron latentes pero nunca olvidadas. Berreamos como criaturas insatisfechas, con más hambre y sueño, si cabe, que cuando emprendimos nuestras ilusionantes peripecias de verano. Volverán los oscuros golondrinos a socavar nuestras conciencias de pecadores irredentos para recordarnos las consecuencias de nuestros excesos. De nuevo asomarán sus cogotes los gurúes de las dietas milagrosas, los apolíneos predicadores de gimnasio que se ofrecen a redimir nuestras ajadas carnes, los agoreros económicos que nos abrumarán con los gastos “imprevistos” de la educación y sus circunstancias, las nuevas y tentadoras ofertas de las grandes superficies que “adivinan” que hemos consumido por encima de nuestras posibilidades. Este catecismo de sobadas rutinas, se repite año tras año, al que sin embargo aceptamos con resignación monacal. Y si usted quiere aventuras de verdad, súbase a berrear a la sierra con el ciervo rojo, que está libre y en celo.