Normas para el camino

    21 jun 2025 / 09:18 H.
    Ver comentarios

    Encuentro en una de esas revistas semanales que se regalan con periódicos “de tirada nacional” un listado de “normas” o sugerencias para “vivir bien”. Semejante título, lógicamente, impele a devorar la ristra de consejos que, por definición, deberían saber conectar con ese íntimo rincón que atesora todo lo que creemos que nos hará mejores o que, al menos, nos permitirá vivir con el convencimiento de estar haciéndolo lo mejor posible.

    Una de las afirmaciones que leo me deja perplejo, especialmente por lo poco que suelen tenerla en cuenta aquellos que más ejemplo deberían dar. A nivel personal es posible que la tengamos en cuenta y que nos esforcemos por conseguirlo. La frase es: “Si tienes un problema, componte y di la verdad”. Una sonrisa me inunda mientras escribo e imagino a esa pléyade de políticos de todas las calañas que anteponen a “la verdad” su estatus, puesto, poltrona, remuneración, situación, interés personal o cualquiera otra circunstancia que pueda afectarles. Incluso intentan demostrar que no mienten, pero a costa de hilvanar una mentira aún más peliaguda de explicar. Hace ya mucho tiempo se hizo muy conocida una pintada que aparecía por nuestras calles. Decía algo así como “Dimitir no es un nombre ruso”. Quizá la recordéis. No hay mentiras suficientes en nuestro entorno político que deriven en dimisión. Al contrario, el error, la corruptela, el engaño siempre tiene el mismo origen: los otros y, por tanto, solo hay que agitar un poco la banderola del bulo “casquero” para avanzar sin mirar atrás. En todo caso echando ojeadas a izquierda o derecha según la ideología o el carnet.

    Seguimos: “Sé bueno con los demás y apártate de quien no te quiere”. Esto lo apunto como guía y meta personal. Claro que, de nuevo, observo lo poco que se tiene en cuenta a nuestro alrededor. Se es bueno con aquellos que se saben cercanos, con los aplaudidores, los seguidores del argumentario cotidiano, los que solo saben mirar en la misma dirección del “jefe”, los “nuestros”. Eso, por supuesto, deja atrás a los que, dentro de su libertad, discrepan. ¡Ay de ellos, que serán arrojados a las tinieblas fascistoides, populistoides o comunistoides! que de todos los colores hay calderas de fuego hirviente más allá del culto a la autoridad sempiterna de quien marca el camino.

    Apartarse de quien no te quiere es sencillo si se enlaza con la frase anterior. No me votas, aplaudes, sigues o adulas, pues desacreditado y a la “ramera” calle. Y tan contentos.

    Un tercer consejo: “Lee libros, no dependas demasiado de las pantallas”. Lectores “haylos” pero por las pantallas llega la manipulación, el trasiego de verdades transmutadas en falsedades interesadas, el aplauso de lo introducido con calzador para atravesar sin pudor los filtros personales. Volvemos a la íntima convicción de ciertos representantes de la política, cercana, lejana y mediopensionista, de que los receptores carecemos de algún “tornillito” cerebroespinal y, por tanto, somos capaces de tragarnos y digerir el embuste inventado que distraiga la atención de lo realmente importante que rara vez es positivo para “el pueblo”.

    La emoción sigue en aumento. El siguiente consejo se las trae: “Que no te despiste la promesa de más dinero o subir en la jerarquía”. Esto ya me supera. Los de “a pie” tratamos de progresar en nuestros trabajos y mejorar nuestra remuneración, no nos cabe duda. Pero me están llegando vibraciones que ponen en tela de juicio ascensos y sueldos —acabados en “azos”— conseguidos por dejarse llevar por el fulgor del poder y la genuflexión permanente cuando no por el desahogo prostibulario o la corrupción vergonzante.

    El consejo final: “Aprende de todo el mundo, sé multidisciplinar y asume que puedes equivocarte”. La equivocación es uno de los conceptos que más versiones puede concitar. Y todo depende del poético “color del cristal con que se mira”. Dice el artículo, para terminar, que el tiempo lo cura todo. Es posible, pero tal vez ayudaría también una receta de urnas para empezar a sanar.

    Articulistas