No vayas

    12 may 2024 / 09:47 H.
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    El lavadero de Goantar tiene cientos de años, dicen que más de mil. Está situado en las afueras de Segura de la Sierra, junto al camino de la sierra profunda, a los pies del castillo y se compone de una fuente que se divide en dos canales que, a su vez, surten de agua a varias pilas para lavar la ropa. El agua es fría en invierno y fresca en verano, y clara y abundante durante todo el año. La Fuente del Cerro de Gontar la deja salir al aire después de recogerla a solo cien metros más arriba, donde una gran meseta se adentra hacia la sierra y las nieves y las lluvias se filtran para salir todas por el mismo sitio. El paseo hasta el lavadero le hacía feliz. Por el camino podía ver un valle inmenso en el que Orcera asomaba sus pequeñas casas blancas y, más allá, La Puerta de Segura abría las tierras hacia el valle del Guadalimar señalando el camino hacia la civilización incógnita. Solía caminar despacio escuchando el canto de los pajarillos y viendo, muy por encima del castillo, a las águilas que vigilaban la escapada de algún conejo del corral trasero de alguna casa. En la tercera muralla estaba la puerta de Orcera, lugar de entrada a la fortaleza de quienes venían antiguamente desde el valle por el camino de la Carrellana. Aquellas murallas y torres guardaban el pueblo. Su madre se acercó por detrás y le dijo: hija, esta tarde no vayas a Gontar, tu padre quiere hablarte.

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