No todos somos iguales

10 mar 2017 / 10:42 H.

El Artículo 14 de la Constitución Española dice que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. En principio y aunque hay numerosas excepciones y privilegios por razón de nacimiento como es el caso del Rey según establece el artículo 56.3, también hay excepciones por razón del cargo que protegen a los diputados y senadores así como otros servidores públicos. Quizás sería conveniente revisar estas últimas excepciones para eliminar el derecho de aforo que tanto parece ayudar para dilatar investigaciones judiciales y hurtar a muchos corruptos de la acción de la justicia. Sería este un buen primer paso para que comience a parecer cierto que los españoles somos iguales ante la ley. Y solo digo parecer cierto porque la estructura del Estado que se ha montado sobre la Constitución hace imposible que seamos iguales, ya que la división en comunidades autónomas es una fuente inagotable de diferencias y agravios comparativos. No solo en todo cuanto atañe a las peculiaridades administrativas y privilegios que se establecen de origen con los artículos 149 y 151, sino en aquello que en verdad es crucial para crear diferencias, como es la capacidad de los gobiernos de las autonomías para gestionar la sanidad, la educación y sobre todo los impuestos, actividades que usan en función de los intereses políticos de sus gobernantes, de tal modo que unas gravan más el IRPF, otras el impuesto del patrimonio, otras el de donaciones y como caso especial hay que señalar que el impuesto de sucesiones es motivo de escándalo social en algunas comunidades, como es el caso de Andalucía, Extremadura, Aragón e incluso Asturias, hasta tal punto que ya se escucha hablar sin ningún rubor de que en dichas comunidades es un impuesto confiscatorio y como resultado muchos se plantean la posibilidad de cambiar de domicilio y comunidad autónoma, siguiendo el malhadado ejemplo de una señora que agradeció así el honor de ser condecorada con la medalla de Andalucía. En definitiva, que la diferencia de presión fiscal entre ciudadanos que en teoría tienen el derecho constitucional a ser tratados con igualdad, se hace hiriente e insoportable en función del lugar de residencia. Se puede afirmar sin ningún género de duda que a efectos fiscales, los contribuyentes pagan más o menos según sea el criterio aplicado por el gobierno de turno del territorio donde residen y esto es debido a que el mapa fiscal autonómico es más que heterogéneo. Y todo ello sin mencionar los casos especiales que se contemplan en el foro navarro y el cupo vasco otorgados en base a unos pretendidos derechos históricos que cuesta mucho comprender y aceptar al resto de los españoles porque entre otras evidencias, les hace disfrutar de privilegios fiscales de los que no existe parangón en ningún país de la Unión Europea. Esta es la realidad a la que hemos llegado y no parece lógico pensar que los ciudadanos se sientan satisfechos con ella, porque los agravios comparativos se hacen cada vez más evidentes y enconan las relaciones entre las diferentes comunidades. Sería muy de agradecer que las cabezas pensantes de los partidos políticos se dedicasen a diseñar una solución justa a este desequilibrio que tanto malestar provoca en la ciudadanía y que para el bien de todos se propongan reformar la Constitución suprimiendo de una vez por todas aquellos organismos que han demostrado ser más que onerosos y sobre ineficaces gestionando el patrimonio común que proviene del esfuerzo y el trabajo de todos, además de contribuir a incrementar la desigualdad entre las diferentes regiones. Pero eso no va a ser posible, porque habría que ponerse a la tarea de podar las instituciones, lo que significa quitar muchos pesebres, mandar al paro a demasiados paniaguados, y por último exigir responsabilidades a otros que de continuo parece que hacen mangas y capirotes con el texto constitucional sin que por el momento hayan recibido un correctivo acorde con su presunto delito. Y esto va continuar así hasta que todo se pudra.