No solo Madrid

    22 nov 2022 / 15:25 H.
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    Casualmente, conozco dos comunidades: Madrid y Andalucía. Las dos del PP. Pero el problema no es de partidos, es nacional. “Las urgencias comienzan a las 3, pero no vengas a esa hora”, dijeron en mi pueblo, después de hacer la gestión del desplazamiento. Era urgente, pero debía pedir hora para otro día. Fui a urgencias a las 4 y el médico estaba ocupado. A las 4:30 entraron tres personas de la calle —entre ellas el médico que me atendió—. Me auscultó, me miró la garganta... “esto no es una urgencia”, me dijo, después de prescribirme una medicación... “¿No será covid?”, pregunté. “Puede, cómprese un test y lo mira”. Tal cual. En Madrid, con la pandemia, cambiaron mi médico de cabecera, de siempre. Durante dos, hablé por teléfono con médicos diferentes, hasta hace unos días que conocí a la titular. Todo surrealista. Y no es una crítica a los médicos o sanitarios de mi pueblo, que serán grandes profesionales y tendrán sus razones para actuar así, para estar “hasta la coronilla”. Ni, por supuesto a los madrileños, que casi todos son estupendos. Faltan medios, organización, profesionales. Lo que, hasta hace muy poco, era nuestro orgullo y nos situaba en los primeros puestos de la sanidad mundial, se ha convertido en un servicio penoso. Que, además, atenta contra nuestras vidas.

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