No queremos hacerlo
El fantasma de Franco siempre nos persiguió, y ahí está todavía. No tenemos que conmemorar nada. Mientras nadie reconozca sus responsabilidades arrastradas desde el drama del siglo pasado y luego de reconocerlas sin maquillarlas ni alterarlas y aceptarlas como lo que fueron entonces sí, entonces la reconciliación y por fin la paz. La Repúbli-ca fue dinamitada desde fuera y desde dentro pues ni los unos ni los otros creían en ella. Los escasos republicanos honestos que pretendían forjarla desde la perspectiva democrática real (laicismo, cultura, respeto, reformas, justicia, progreso, tolerancia) eran barridos por las ansias de la ilusión revolucionaria del pueblo llano y sus dirigentes oportunistas y por la resistencia de la derecha correosa inmovilista y beata opuesta de todas las formas a cualquier modificación en sus privilegios, cosa que logró con la ayuda de los militares (y con Franco para permanecer desde entonces). Si esto no lo entendemos ni admitimos no habrá verdadera memo-ria histórica ni reconciliación que valga.