No merecen este espectáculo

Palabras de la presidenta del Congreso en el debate de la amnistía. El pueblo sencillo asiste atónito a esta guerra en que unos buscan perpetuarse en el poder a cualquier precio: amnistía por votos, manejo del fiscal, agitando a los palestinos, insultos y descalificaciones; otros defienden la igualdad, la paz social y la Constitución; ambos pretenden hacer un plebiscito de las inminentes elecciones europeas. Entre tanto, la buena gente percibe que les importan un bledo, que mientras juegan con las instituciones, no resuelven los problemas reales: ni acortan listas de espera, ni mejoran la educación, ni frenan el empobrecimiento. Frente a ese guirigay de egoísmos sin interés alguno por el servicio público, tiempo ha que no se fomentan los valores que están en la base del progreso. Juan Pablo II en 1987 señaló una constelación de virtudes: “laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de la palabra dada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho” que son las causas morales de la prosperidad. Qué lejos estamos de transitar ese camino; solo por él podremos resolver los problemas que aquejan a esta sociedad enferma.