No más silencio

    05 abr 2020 / 16:22 H.
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    Me imagino a un niño corriendo en un camino de tierra, uno de tantos que perdieron la oportunidad de serlo al final de los años treinta. Entre el polvo suspendido en el aire no queda esperanza de que entre los brazos de sus padres haya descanso. Hoy, los niños de la guerra aguardan en silencio el final de sus días. Algunos de ellos están abandonados en casas y residencias, mientras que otros no han podido despedirse de sus nietos, como tampoco lo hicieron de sus padres. Cómo explicarles que, mientras Alemania rechazó en un principio enviar material médico a Italia en esta crisis sanitaria, países como Holanda se resisten a activar el fondo de rescate. No podemos guardar silencio cuando nuestra sanidad, saqueada, es utilizada como una moneda de cambio que acaba de mano de especuladores. La próxima vez que la Marea Blanca salga a las calles, démosle visibilidad y entendamos que sus demandas son nuestras necesidades; olvidemos nuestra ideología para que las próximas mascarillas ya estén hechas y nuestros profesionales, héroes, puedan volver a casa sin miedo. Finalmente, aprendamos que los errores son historias que no hemos escuchado.

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