No hacer nada
Una pregunta: ¿Os habéis fijado en que algunas modas que traspasan fronteras cuelan los límites de las tradiciones para quedarse? La siesta española es un buen ejemplo. Una siesta es el momento más reparador que existe en la cotidianeidad. Muchas empresas de países extranjeros ya la han creado para mejorar el oficio y el beneficio. Su nombre procede de la antigua Roma, de la hora sexta, doce de la mañana cuyo horario también ha evolucionado, como tantas cosas heredadas. A cuyo carro se han subido otras singularidades, como la de “no hacer nada”. Porque Corea del Sur una sociedad con alta productividad, lanzó en 2014 un concurso, el “Space-Out”, singular como su cultura. Para asistir solo tienen que relajarse, en definitiva “no hacer nada”. Al parecer en este país las 54 horas que se trabajan a la semana no le eran suficientes al gobierno surcoreano e intentó elevarlas a 69, pero las protestas no lo permitieron. La ganadora del último “Space-Out” que se celebró el 12 de mayo, fue Valentina Vilches, una chilena, doctora en medicina integral. La cultura del “dolce far niente” ya no es pecado; va conquistando nuevos territorios donde la pereza va echando el freno a esta vida loca.