Ni una menos

02 ene 2018 / 08:20 H.

Aquellos que aún dudan de los propósitos del feminismo son cómplices de crímenes como el de Diana Quer, tanto como lo son los que miran hacia otro lado. También lo son los que ridiculizan a una mujer que manifiesta su miedo a caminar sola por la noche, aquellos que cuestionan a las víctimas, los que se llenan la boca con las denuncias falsas sin informarse lo más mínimo o los que juzgan a una persona por su vestimenta o sus relaciones —como si el hecho de realizar ciertas actividades con libertad justificara tu posición como víctima—. Todos ellos portan el germen de la violencia machista y lo expanden, con pequeños o grandes gestos, hacia los que están a su alrededor, ya sean hombres o mujeres. Sin embargo, el principal problema lo encontramos en un Estado que prefiere quedarse de brazos cruzados, a pesar de que sus políticas contra esta clase de crímenes sean ineficaces. Por suerte, los colectivos que visibilizan el problema y piensan nuevas soluciones son cada vez más amplios, pues parece que una vez más, la clave de todo debe pasar por la ciudadanía.