Ni sí, ni no
Es posible que a estas alturas del mes a la mayoría de las personas las palabras síndrome posvacacional les suene a vagos recuerdos y para otras simples frivolidades de quienes “viven en el paraíso”, sin tener en cuenta que hay quien no disfruta de vacaciones como derecho que no está universalizado en muchos lugares. Sorprendería el listado, nada tiene que ver con vivir en países desarrollados o no. Al contrario, lo que pretenden los lobbies económicos y sus instrumentos políticos, los partidos, a nivel internacional; es precisamente que se pierda donde lo hay. Lo que se ha globalizado es el capital, pero no la economía. Esta implica no solo los movimientos del dinero, sino el reconocimiento de los derechos, el valor de la carga y fuerza de trabajo que las personas venden a través del esfuerzo que supone día a día y el desgaste físico y psicológico que supone. De ahí que se compense con una desconexión. Pese a que el objetivo real no sea que descansemos, sino como hacer que sea un tiempo de consumo y quienes las disfrutan consuman sí o sí. Eres un “pringao indeseable” si no vienes tras el verano con un moreno aceptable, o con la foto en la que haces esfuerzos para soportar la “torre de Pisa”. Como muchos otros derechos las creemos consolidadas. Como si estos viniesen de serie cuando nos reconocen nuestra nacionalidad. Lo de los derechos va por barrios. Hay quien interpreta que solo le corresponden a ellos, a los que tienen; los demás, bastante tienen con trabajar para mal comer. Si no comes comida basura eres tonta, para eso te la ponemos en una caja bonita con regalo. A mal vivir, si quieres un techo con 25 metros cuadrados bastante tienes y lo pagas a lo que yo te pida. Porque es de tontos no disfrutar de IKEA y para otros no sacarle todo el dinero posible a una vivienda. Ahí los fondos de inversión hacen “magia”. Todo es un control de emociones y explotación de necesidades básicas. De ahí que ahora la estrella de los argumentos contra los derechos humanos, es que “la justicia social es injusta”. Esta, está en la génesis de las democracias occidentales. ¿Han visto un posicionamiento crítico, un discurso público sobre esto?, no. En cambio estamos pendientes de las gracietas de tal o cual dirigente que nos parecen esperpénticas, de españa o no y del índice de audiencia de las televisiones. Es la risa de quien mira al mago sin darse cuenta donde está el truco. El punk sigue expresando las contradicciones y explotación del sistema; un lenguaje crítico de la calle.” Lendakaris muertos” lo describen con su sarcasmo: “ni si, ni no, sino todo lo contrario”. Un grito radical reivindicativo por los derechos. Puede parecer una contradicción. Pero ¿cómo se llama al uso que se hace de nuestras instituciones y órganos democráticos cuando se usan para decir no y lo contrario? Da igual el tema, da igual a quien perjudiquen al no desarrollar la labor que les corresponde. El poder judicial. Perder financiación autonómica. Dar asilo, ahora si, ahora no. ¿Dialogo gobierno oposición? Negación mutua. Es un continuo conmigo o contra mí. Una democracia es un modelo político de concertación. Hay que acordar y consensuar, no bloquear para obtener el minuto de oro en el patio de vecinos de los medios de comunicación. ¿Puede morir una democracia? Bloquearla es inutilizarla. ¿Una contradicción o interés por que muera? Pues eso, “sino todo lo contrario”.