Negociar
Nos guste o no, negociar es una habilidad que está continuamente presente en nuestras vidas. Si lo piensas, negociamos en todas partes y en todo momento. No sólo los altos ejecutivos o los mandos intermedios lo hacen, ya que nuestro día a día está plagado de situaciones en las que interviene este arte, tanto en la esfera profesional como personal, sin embargo rara vez somos conscientes de ello. Que negociar sea una actividad cotidiana no significa que sea sencilla. En realidad, en mayor o menor medida todos contamos con esta habilidad, pero es cierto que de forma innata hay personas que tienen una mayor capacidad para ello.
Por otra parte, debemos reconocer que negociar no suele gozar de buena prensa, ya que a menudo asociamos negociación con situaciones en las que las partes están fuertemente enfrentadas y en las que debe haber vencedores y vencidos, y la opción “win-win” no se contempla, craso error.
En mi opinión, una verdadera negociación debe ser un proceso que se aleja ampliamente de este estereotipo.
En realidad, el arte de negociar, sobre todo cuando nos referimos a un contexto empresarial, debe servir como instrumento para ayudar a resolver situaciones complejas y enquistadas, o para trabajar de manera conjunta en la búsqueda de soluciones que beneficien a todas las partes implicadas. Por ello es imprescindible desarrollar y potenciar nuestra capacidad de negociación, orientándola no solo hacia el logro de nuestros propios objetivos, sino también, procurando que la otra parte pueda alcanzar los suyos.
Así, resulta clave aprender cómo preparar el terreno para generar un clima de apertura y confianza que ayude a trasladar posturas, orientándolas a la consecución de acuerdos con compromiso de cumplimiento, resultado y permanencia en el tiempo. Después de todo, si lo piensas, negociar no es otra cosa que la habilidad ideal para permanecer, crecer, seguir avanzando juntos, paso a paso y de forma no excluyente.