Navidades
e ilusión

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Todos los años suele ocurrir lo mismo. Nos llenamos de ilusiones por estas fechas. Soñamos con loterías premiadas, regalos, viajes, familiares que nos visiten. Los días pasan rápido y al final solo conseguimos la mitad de lo proyectado. Ahora, en estos días fríos por tierras británicas, rememoro cómo las personas con el tiempo cambiamos de puntos de vista con una seguridad pasmosa. “Las Navidades son fiesta familiares para pasar en casa” siempre lo he creído así. Sin embargo, puedo advertir cómo durante diez años vuelo a otros horizontes y lugares. Inglaterra, esa tierra fría e inhóspita a primera vista, se llena de calor y luz en Navidad. No tendrán los tradicionales mantecados, pero tienen el “mince pie”. No tienen el roscón de reyes pero sí el “Christmas pudding”. Es un deleite visitar sus preciosos mercados navideños llenos de pequeñas tiendecitas abarrotadas de todo lo inimaginable, donde para paliar el frío ofrecen un delicioso vino caliente. O ir de compras por Oxford Street. Pero siguiendo mi tradición. En cuanto llego a Jaén, lo primero que hago en mi casa es tomarme mi hojaldrinas atrasadas con un vasito de vino dulce y mirar la lotería por si me ha tocado “el gordo”.

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