Navidad cayó en agosto

    21 dic 2023 / 10:59 H.
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    Este verano, un grupo de tosirianos con dos sacerdotes peregrinamos a Tierra Santa y estos días evoco a Belén, donde hay que “abajarse” como niños para pasar la puerta de la Basílica y postrarse en la estrella que marca el lugar del nacimiento de Dios; tras la Eucaristía en la gruta adoramos al Niño cantando villancicos —impresionante el “Niño mío” que me hizo llorar— y se prolongarían en la noche por las calles de la ciudad de David. La guerra y el terror han roto el equilibrio inestable de aquella bendita tierra superpoblada por pueblos distintos de difícil convivencia y causan terribles estragos que nos encogen el alma cada día. María y José hoy no habrían podido llegar a Belén —el check point está cerrado— ni los pastores, ni los magos; no se puede entrar ni salir del territorio cisjordano ocupado. Las calles están desiertas, sin turistas ni peregrinos; hoteles, restaurantes y tiendas de recuerdos cerrados, arruinados los que viven del turismo, cualquiera que sea su raza o credo; los cristianos están mal vistos. “Hamás” ha prohibido hasta la iluminación navideña, ¿recordáis la estrella? Nos nació en la tarde agosteña; aunque la ciudad esté triste, ahora el Niño volverá a nacer.

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