Nacer aquí, o allá

    21 mar 2024 / 09:02 H.
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    Cuando alcanzamos el nivel de consciencia de saber que la suerte o la desgracia que tenemos por haber nacido en un lugar determinado de este planeta, es nuestra obligación la de ser consecuentes y reflexionar que el hablar un idioma explícito u otro, tener una cultura gastronómica concluyente, abrazar una religión rotunda o ser agnóstico/a, solamente nos hace diferentes ante los demás desde el ojo avizor del racismo. El envoltorio de un bebé será diferente nada más por la plasticidad que el ser humano conlleva al adaptarse al medio en que crecemos. Pero la verdadera esencia será su carga genética. Creerse mejor que nadie es un hándicap. Juzgar al prójimo es tarea pendiente de superación para muchas personas egocéntricas que campan a sus anchas por el mundo, callando a otros a base de voces generando con ello censura. Aquellos/as censores/as olvidan que todos los seres humanos somos contemporáneos. La historia se repite. Cualquiera puede ser una vez más Antígona, Otelo, Pitágoras, Rousseau, o cualquier otra entidad vencida por el tiempo, prueba de ello es la cantidad de efemérides que generamos en la historia cada día. Pero continuamos sin aprender por habitar a un lado u otro de la frontera.

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