Música o ruido

06 ago 2019 / 10:19 H.

En el escenario toca Macaco. Un hombre de mediana edad con manos fuertes, torso robusto, camiseta roquera de tirantes me toca el brazo con un vaso de cerveza: “¿Quieres?”. No, gracias. Le contesto. “¿Qué te parece el concierto?” me comenta. “Le falta más coherencia en lo que canta”, le respondo. “El ingenios”, nombre con el que se presentó, me dice: “¿me lo puedes hablar en palabras más claras? Yo soy más de invernaderos, no de estos ambientes. Igual me como mucho la cabeza, es por saberlo”. A su pregunta respondí: “Pues..., que una cosa es lo que canta y dice, y otra lo que hace y demuestra en lo que hace“. Su comentario fue: “¡ah! Ya lo entiendo es lo que le pasa al Rivera“. Y terminó con una frase en inglés ininteligible que atribuyó a Led Zeppelin. A estas alturas de verano, una vez pasados los primeros momentos emocionales de frustración en las expectativas, para unos, y la torpeza de los votantes, para otros, en la inexistencia del “ruido” mediático, aislados de la rapidez por generar sobreabundancia de argumentos que no se comprendan para crear confusión y disonancia que nos llevé a buscar “palabras claras”, frases más simple que podamos entender; logramos reflexionar. Pareciese que el interés de los líderes no está en entender que somos agentes activos de política. Hemos de dedicarnos a la política de ascensor “... hay que ver con tal o cual”. Lo nuestro, ¿qué hacer a diario para vivir? La política es para otras, porque no somos “de esos ambientes” y no es útil que nos “comamos la cabeza”. Para eso ya están ellos. Los partidos políticos surgieron como estructuras para canalizar la participación e intereses comunes de personas que deseaban crear un modo de entender el futuro desde una ideología, en algunos casos incluso para el bien colectivo. Están terminado por ser púlpitos para tener poder exclusivamente. Lo que les interesa es el juego de poder. Los líderes solo buscan notoriedad, incidir, obligar a tomar decisiones desde su mirada, en exclusiva. Es el juego de poder no el poder del juego democrático. El fin es satisfacer su autoestima, mantener el reconocimiento en el partido, dirigir desde su interés, “el interés de la ciudadanía”. Es el paternalismo. Camuflaje autoritario. El método de toma de decisiones no las hace que democráticas sino la actitud con la que se usa.

El objetivo es servir a la ciudadanía, no servirse de ella para los propios fines. Una es representar un papel y otra es serlo. En ciudadanos deberían aclarar si su fin es aportar a la democracia o ser el “malote “ de la clase que esta solo por reventarla. En Podemos sí están por el bien común o por usar el argumento para satisfacer intereses materiales de sus líderes, que parece que solo existieran dos personas en el partido. ¿Responsabilidad o solo están por el juego de poder? No es de recibo el giro de los “nuevos” partidos adoptando un lenguaje y actitud de desprecio y provocación nada favorecedor del dialogo y consenso que se requiere. Un partido en democracia es un espejo para la ciudadanía. Debe construir entendimiento, no generar discursos que compitan con quienes construyen el odio.

Nos extrañamos y juzgamos al Jefe de Estado por exponer la necesidad de que se lleguen al entendimiento. A cambio espiamos culpas criticando a Donald Trump por sus afirmaciones y construcción del muro. Lo que demuestra lo españoles que somos, actitud muy católica. Para qué “comernos la cabeza”.