Mujeres, en una misógina sociedad

Mujeres. Educadas en la afamada, cara y prestigiosa Universidad de la “Extenuación y del Esfuerzo Constante” (UEEC), de reconocimiento mundial. Tras ser paridas, las mujeres claro, pagarán a diario un morrocotudo precio. Sin haberlo solicitado y por el resto de sus días, sus cuentas corrientes de dignidad sufrirán un cargo muy elevado. Se habrán hipotecado por la razón de ser de su propio sexo, debiendo demostrar con esfuerzo que merecen taconear y maquillarse, y al mismo tiempo demostrar que pueden hacer dieta alimentaria para ser bien consideradas en todos los ámbitos de esta misógina sociedad. ¡Vida de mujer! Luchando contra natura, contra la serenidad de mirarse al espejo. Con la intranquilidad de que el espejo nos devuelva la imagen tal y como la madre Naturaleza nos va modelando, con el paso del tiempo. El esfuerzo constante hasta la extenuación en el haber de la cuenta de la dignidad, en malditas ocasiones, cesa de repente. Malignas manos. Existencia que finaliza la mano de un asesino sesgando la vida de la mujer elegida por él; que taconea y se maquilla, cuando y hasta que él decide. A gusto del maltratador. Aberración total. ¿Y ahora qué? ¿Cerramos la afamada UEEC?