Morir de éxito

No podemos negarlo, somos un país con la sagrada misión de morir de éxito. Desde antes de Roma viene lo del “pan et circus” y los que mandan siempre han tenido la tentación de vender a la chusma la gloria ajena como propia poniéndose a sí mismos los laureles ganados por héroes necesarios en la buena guerra del deporte. Sucedió en el mundial femenino de fútbol, donde el gran logro de su consecución pasó inadvertido dando paso a un culebrón veraniego labrado a pico y labia por un dirigente impresentable y una hermosa doncella que se vio envuelta en caso, víctima y escándalo sin siquiera haberlo pedido ella. Hubo bandos según ideologías y aún arrastramos por despachos de juzgados los lodos de aquellos polvos. En esta impecable Eurocopa que nos unió brevemente bajo la misma bandera en sana alegría también quieren políticos, radicales y “haters” ser protagonistas de la hazaña nombrando con su dedo cesáreo quién vive o muere en la arena del circo mediático mientras perdemos en el camino la gloria deportiva y hasta la letra de un himno cantado a golpe de artículo neutro secuela del la, la, la de Massiel y cuya letra bien podría ser algún poema de Hernández. Así seguimos, condenados a morir de éxito esperando que en la próxima ocasión el triunfo de la Roja no nos sonroje.