Moralejos

    09 jun 2024 / 10:01 H.
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    ¿Y las manos? Preguntaron los niños. Felipe contestó: “nadie sabe donde están. Pero me han dicho que esas terribles noches algunos han visto una pala sola que dos manos tienen bien sujeta, pero que, detrás de las manos no hay nada. Cuando amanece dejan la pala y descansan y desaparecen. Pero dejan escarbado el monte por diez o doce sitios. Los mayores dicen a los niños que los rotos de la hierba son cosa de los jabalíes, pero ellos saben que detrás de lo escarbado están las manos que no tienen a nadie. Buscan el cuerpo de su dueño para llevárselo y que descanse en paz lejos de las ánimas benditas de sus muertos y, de paso, que los de Moralejos descansen en paz. En el buen sentido de la palabra quiero decir”. Y la damajuana de mistela menguaba y los niños se acostaban muertos de miedo y pidiendo un relicario para colgar en el cabecero de la cama creyendo que, de esa forma, las ánimas benditas no se acercarían. Les acompañabas a la cama y te ocupabas de que quedaran dormidos y abrigados. Luego volvías a la lumbre a escuchar las noticias que Felipe nos traía de fuera. La guerra nos traerá desgracias a todos, la gane quien la gane. Hablan de imponer un régimen de libertad sin darse cuenta de que la libertad no se puede imponer. Si se impone deja de serlo. Si es de obligado cumplimiento ni es libertad ni leches. En el fondo lo que tienen es miedo a ser libres.

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