Mochilas cargadas

Con la calma que aportan estos días de vacaciones de Semana Santa, les traigo una reflexión compartida con compañeros por aulas y pasillos. Hace varias semanas, comentando la actualidad, una alumna preguntaba: “¿Qué más nos puede pasar?” Su duda contenía incertidumbre y miedo, pero, sobre todo, desprendía tristeza y cansancio porque sus luchas son las que tienen con sus propios monstruos. Paradójicamente, poseen, como diría el poeta, el divino tesoro de la juventud, mas arrastran conflictos interiores que les pesan más que sus mochilas Vans: no se aceptan físicamente, no soportan mirarse al espejo por rechazo al propio cuerpo. Muchos de ellos viven trágicas historias en casa y, en otros casos, la autoexigencia les lleva a un estado de ansiedad constante. Aparentemente, se comen el mundo, algo esencial en esa edad, sin embargo, sus lágrimas, humedeciendo sus mascarillas, me dicen que, a veces, el mundo los trocea un poquito a ellos. Va saliendo el sol y estoy segura de que sus ojos sonreirán y brillarán al superar sus retos y amenazas e iremos recuperando, como dice la doctora Rojas Estapé, esos abrazos bien dados que consiguen aliviar nuestras tensiones en momentos complicados.