Miserables y tahúres
No caben otros calificativos para el comportamiento que está desplegando la derecha de este país. Afortunadamente no toda, porque hay ejemplos como el Ayuntamiento de Madrid o el Gobierno andaluz que han dado muestras de la imprescindible racionalidad que se requiere en estos momentos tan críticos para la sociedad global. No puede haber paños calientes con quienes están utilizando a los muertos para derribar a un Gobierno al que nunca consideraron legítimo. Como si fueran los únicos y auténticos depositarios de la soberanía popular; como si fueran los auténticos intérpretes de la letra de nuestra Constitución; los únicos custodios de una idea excluyente de esa patria que formamos toda la ciudadanía. Nos merecemos una derecha política que no juegue de manera desleal con la idea de un gran acuerdo nacional, replicada después en todos los niveles territoriales, y donde exista al fin un hueco para la concordia que necesitamos ante las extremas dificultades que se nos avecinan. Nadie tiene derecho en estos momentos tan críticos a dividirnos como pueblo, ni a jugar con nuestro futuro a la espera de una futura jugada electoral. Esperamos un poco de decencia.