¡Millón de gracias Rafa!

    20 jul 2023 / 06:07 H.
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    Jamás pensé que algún día escribiría este artículo, así que, aún desde la consternación de la repentina muerte hace unos días de mi amigo Rafael López-Sidro López, redacto estas líneas como agradecimiento del camino compartido con él. Mi cabeza no para de hacerse una pregunta: ¿por qué esta persona tan buena y con tanto por hacer, se ha ido tan pronto? Pregunta sin respuesta y que desde la Fe se acepta como un misterio que se desvelará cuando ya gocemos de la presencia del Señor. Así que no voy a darle vueltas a la cabeza en el “por qué” y voy a reflexionar en el “para qué”. ¿Para qué ha servido la presencia de Rafa en mi vida? Ha sido un enriquecimiento tan brutal que ha marcado en mí estilos y comportamientos. Su sabiduría, su sentido común, sus ganas de solucionar problemas, su constancia para afrontar adversidades, su disposición siempre para ayudar, su alegría, su sinceridad, su altruismo, su poder de comunicación, su creatividad, su sexto sentido, su habilidad para llegar a los más jóvenes, su visión para enfocar situaciones difíciles, su optimismo para evitar la mediocridad y superficialidad, etcétera, han dejado en mí, y en la vida de tantas personas, una cantidad de herramientas que sirven para vivir mejor, más alegre, más feliz. Y cuando alguien tan cercano hace que tu vida sea más plena y con más calidad, en su ausencia inesperada es inevitable sentir vacío; pero no, la vida de Rafa ha servido para llenarme de tantas cosas buenas y bonitas que ahora solo queda espacio para el agradecimiento. El sufrimiento humano, la incomprensión, la tristeza, las lágrimas, darán paso al gozo de haber conocido a Rafa. La gratitud se instalará de forma permanente para ser testigo de su legado. Ya en vida me sentía bendecido por su presencia en mi día a día, en la vida de mi familia; ahora que su presencia entre nosotros no es física, desde el cielo, junto a Papá Dios, porque no puede ser desde otro lugar, ya siento tu apoyo, tu ánimo para seguir transmitiendo esos valores evangélicos que tú siempre has amado. Rafa, un millón de gracias por estar siempre ahí. ¡Yo confío!

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