Mil rosas
Yfue en un día de estos en el que se suele pensar qué va a ser el día menos pensado cuando soltó su mochila y la vació de las piedras que en un tiempo de silencio tanto le agobiaban: las del temor, la angustia, el pánico, la ansiedad y otras tantas que causan mucho y mucho daño al ser humano; esas piedras que, como pequeños monstruos psicológicos, siempre están ahí, acechando nuestra salud mental paralizándonos. Y decidió salir, temblando y tal vez con la carita empapada, donde alguien la esperaba: le tendió su mano y consiguió que esos horrores se transformaran en rosas, en mil rosas, que todo un estadio abarrotado de gente aplaudiera y cantara una mítica, icónica y eterna canción para muchos de nosotros con una fuerza tan desgarradora que llegaba al fondo del alma de dos mujeres que estaban brillando sin envidiarse subidas a un escenario pero también de quienes disfrutaban de tan magnífico gesto de empatía, de generosidad y de humildad de una gran estrella que volvió a conseguir encender a otra gran estrella y así, juntas, abrazaron sus miedos. Eso hizo Karol G, eso consiguió Amaia Montero y la esperanza nos habló en el escenario: querernos, entendernos y curarnos. ¡Mil rosas!