Miguel Hernández en México

14 jul 2022 / 16:35 H.
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Entre los pasados días 7 al 10 de julio se ha celebrado el Congreso Internacional “Miguel Hernández y la pobreza” en México. Por parte de la Diputación Provincial de Jaén participó la Fundación Legado Miguel Hernández, que estuvo representada por Ángel Vera Sandoval, diputado de Cultura y Deportes. Sin duda que la palabra Jaén ha sido una de las más repetidas estos días en los distintos foros, de la mano del espectacular poema “Aceituneros”, himno de la provincia, conocido por “Andaluces de Jaén” en la música de Paco Ibáñez, aunque también Jarcha y otros. Este importante evento ha estado auspiciado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, coordinado por José Ángel Leyva y un servidor, colaborando asimismo instituciones como el Ateneo Español de México, el Centro Cultural de España en México, y la oriolana Fundación Cultural Miguel Hernández, con Aitor L. Larrabide, su director y sabio hernandiano... Entre los ponentes destacados, y solo cito algunos, asistieron Carmen Alemany Bay, José Javier Villarreal, María Auxiliadora Álvarez, Eduardo Langagne, Carmen Nozal, Alberto Enríquez Perea, Blanca Luz Pulido, David Huerta... Se han conjuntado numerosas instituciones y personalidades, voluntades y esfuerzos de un lado y otro del Atlántico, pero especialmente se ha convocado a escritores y poetas mexicanos, que han leído y hablado de la poesía, la vida y la obra de Miguel Hernández, oriolano de nacimiento y jiennense de adopción, un poeta que sigue despertando unánimemente pasiones. En México siempre se le ha leído con devoción, durante décadas, y no olvidamos la difusión excelsa que le prodigó Joan Manuel Serrat. En los debates posteriores a las conferencias, se discutió de todo y hubo múltiples detalles, preguntas y respuestas que sazonaron los coloquios, aportando verdades humanas y testimonios genuinos... La figura de Miguel Hernández es un emblema de compromiso con el pueblo, de ternura frente a la desigualdad y la injusticia. Me refiero a eso que antes era el pueblo, pero que no se le mira desde arriba, sino que se halla a su par. No lo que quería Ortega y Gasset, una elite intelectual que dirige a las masas, a la muchedumbre, sino un compromiso entre iguales, cada uno aportando su grano de arena y, entre todos, luchando por un objetivo común, ese que trata de las responsabilidades colectivas. En el siglo XX se luchó generosamente por causas hoy muy alejadas, a miles de kilómetros, de los intereses y del horizonte de necesidades del sujeto posmoderno. Recordemos las Brigadas Internacionales, ese grupo de personas de todas partes del mundo que combatió contra el fascismo, o tantos hombres y mujeres que murieron en las cárceles y sufrieron represión por defender unos valores y unos ideales. Los valores y los ideales. Como Miguel Hernández. ¡Ay, si Miguel Hernández se hubiera exiliado en México! Ese país maravilloso le ha dado otra vida, otra oportunidad, a tantos refugiados... Nuestro poeta, que es un icono en América, vuelve ahora del pasado para tomar cuerpo en el presente, vigente y actual como pocos. Y se le sigue amando, concitando admiración. De hecho, ¿qué mejor prueba hay de que un autor sea leído, como comprobar que Miguel Hernández es venerado y seguido, leído, recitado de memoria, y que sus versos mantienen una emoción palpitante de generación en generación? Un ejemplo de poesía y vida.

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