Miedo y desconcierto

Lo que estamos viviendo en España inquieta y preocupa a mucha gente. Hay miedo y desconcierto. Ni tan inofensivo parece que era el nuevo virus procedente de China, ni tan necesarias las manifestaciones feministas del ocho de marzo. Y es que el feminismo sectario terminará, como movimiento político-ideológico que es, diluido en sus propias contradicciones. Son perniciosas e inútiles las divisiones y confrontaciones que no sirven para resolver los problemas sino para aumentarlos. Como el sanitario que ahora nos ocupa. Perdemos el tiempo en algaradas, en resucitar la lucha de clases comunista y la explotación de la mujer por parte del hombre. ¡Cómo si esos discursos ideológicos fuesen novedosos y no debieran estar ya superados! Seguimos siendo vulnerables, rehenes de la enfermedad y de la muerte. ¡Y víctimas de quienes protagonizan unas políticas de igualdad basadas en eslóganes que justifiquen sus cargos y ministerios! La violencia doméstica sigue en auge. Lo que estamos viviendo inquieta y preocupa. ¿No será ya la hora de ahuyentar discordias y caminar todos respetuosamente unidos? Lo demanda no solo nuestro futuro, sino también y sobre todo, el de nuestros hijos.