Miedo, mujer y poder

06 feb 2017 / 12:09 H.

El modo en que se autoriza a las mujeres a detentar el poder no es problema de una, es de todas. No es nuevo, cuando el poder está en manos de una mujer, se desatan todos los miedos masculinos y por ende el de la humanidad. La humanidad es lo masculino. Recelo que se advierte desde los primeros mitos de nuestra cultura. Los relatos de la creación otorgan a las escasas mujeres poderosas una capacidad de hacer daño, por encima de su lugar como segundonas. Eva, costilla de Adán, condena a la humanidad al dejarse tentar por la serpiente. Pandora, creada por Zeus, destapa el ánfora que le confía el dios movida por su irrefrenable curiosidad femenina y libera todos los males que aquejan al mundo. Cuentos, mitos que presentan a la hembra que se le concede poder, siempre por parte de un varón como un ser débil, atolondrado, carente de juicio e irresponsable con don otorgado, que llega hasta el límite de poner en peligro la humanidad. Es el pecado original que llevamos tatuado y que justifica los insultos, minusvaloración, faltas de respeto y desprecio a las mujeres que detentan poder, la “violencia simbólica escrita en el cuerpo” según Bordieu y que forma parte de nuestro orden de las cosas, de nuestra costumbre, de nuestra cultura.