Miedo al futuro
Algo flota en el ambiente después de las últimas elecciones: el miedo al futuro. Fruto no solo de una inseguridad política, llena de incertidumbres, sino también de una inseguridad jurídica en temas tan trascendentales para la convivencia como el respeto a la propiedad privada. Algunos parecen muy interesados en cercenar libertades, en dinamitar el consenso democrático de la Constitución de 1978, por la cual se rige nuestro ordenamiento jurídico. Crece una sensación de división clasista, política y social, y entre territorios, que a nada bueno puede conducir. La igualdad de derechos y de deberes de todos los españoles, vivan donde vivan, tiende a fragmentarse desde el independentismo. Hay diferencias legales y económicas injustificables entre unos ciudadanos y otros. Demasiada burocracia e impuestos. Pobreza y manipulación educativas y deficiencias en la atención sanitaria. Pero dinero público a raudales en manos de personajes sin escrúpulos. ¿Por qué no un sistema de enseñanza homogéneo en todos los territorios? ¿O una sanidad pública de calidad y en cualquier lugar de España, especialmente en zonas rurales? Hay miedo a tanta regulación y tanto decreto. A tanto señalamiento y control ideológico. A la pérdida de respeto entre gentes diversas. A seguir avanzando en hipocresía y desigualdad. Crece el miedo. Miedo al futuro.