Meritocracia

La vorágine el mundo actual nos somete a tales designios que si los conociéramos con el sesgo adecuado harían vomitar a una cabra enferma. Recientemente le han concedido el Premio Planeta, millón de euros detrás, a una reportera locutora presentadora escritora. ¿Y? Entiendo los recelos del populacho. Es el grupo mediático más influyente. Y la vida se mueve con hilos tan invisibles como tangibles. Pero. Hablar es gratis. Y últimamente no tiene consecuencias. No vayamos a querer que se le dé el premio a tal escritor que lleva tantos libros y tantos premios y es de mi agrado. Porque, tal y como enseño a mis hijas y pretendo a mis alumnos, el mérito es de quien se lo merece. Sea de aquel neófito ensimismado o de aquel experto hastiado de su quehacer diario. Señores. Señoras. Lean el libro (esa cosa con pastas duras que dentro tiene hojas con letras). Ojo. Y las del resto de nominados. Critíquenla. Escriban una. Preséntense. Y, ya sieso, me dicen que tal, cual o pascual se merecen o dejen de merecer. Con la poll... tanto criticar sin aportar. Deporte nacional tan denostado antaño y supravalorado en la actualidad. El critiqueo. Pero sin más. Sin resolver. Aporten.