Menuda noche

24 jun 2020 / 12:50 H.
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Para la gran mayoría la noche de hoy no dejará de ser una noche más, poco diferente a las que venimos viviendo desde el confinamiento. En muchos lugares de España la de hoy es una noche muy especial, nada menos que la Noche de San Juan y ya verán como las ganas de diversión del personal no desaprovechará la ocasión, aunque lo importante es que lo hagan respetando las normas que son obligatorias para todos. Pero hace 70 y 80 años, también esta noche era importante para los jiennenses que tenían una cita mayoritaria en los ríos de nuestros cuatro puentes principales: Jontoya, Nuevo. De la Sierra y Tablas. En todos los ventorrillos y bares de aquellos lugares se celebraba un baile popular, unos amenizados por una rondalla de púa y cuerda y otros por las orquestas que entonces existían, siendo la más importante la Sahara, de la que era excelente vocalista Juanito Aguilera. Yo era un chiquillo entonces pero, con el tiempo, todos los componentes de esta orquesta fueron entrañables amigos míos, especialmente Enrique López —padre de la cantaora Chari López— y Rafael Reyes. Esta orquesta amenizó mi boda. Las familias se trasladaban a los puentes donde comerían y se bañarían hasta la hora del baile popular. Entonces las ocasiones de asistir a un baile eran escasísimas y la respuesta era multitudinaria. Ya he dicho en alguna ocasión que a mí, que nací el día de San Pascual Bailón, nunca me gustó bailar agarrao. Ni siquiera el día de mi boda lo hice. Con el tiempo, siendo mi nieta María Jesús una chiquilla, sí la buscaba cuando sonaba un pasodoble y no debía gustarle mucho a ella porque corría que se las pelaba para esconderse. Yo era de los que se quedaban sentados cerca de la orquesta para escuchar su música. Nunca tuve problemas por asistir a un baile en un tiempo en que los jóvenes se agolpaban a las puertas de donde se celebraba uno esperando la oportunidad de colarse, por lo que de vez en cuando había que hacer recuento. De ahí viene ese dicho de aquel hombre de tan escasa personalidad que era el novio y lo echaron del baile.

Ya ven, de no ser por las normas de distancia personal, que no permiten bailar bien amarraditos, se pierde la ocasión de haber podido regresar a los tiempos pasados para organizar esta noche un baile en cada uno de nuestros puentes. Seguro que hubiera sido acogido con entusiasmo, claro que ya no serían la rondalla ni la orquesta las que tocaran “Clavelitos”, “Suspiros de España” o “La casita de papel”. Ahora prima el hacerlo todo con el mayor ruido posible, quizás por ello hay políticos que gritan tanto. Pues yo, en silencio, desde estas columnas, quiero enviar un fuerte abrazo a tantos buenos amigos que llevan el nombre de Juan.

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