Media vida

23 jun 2016 / 18:00 H.

Alguna vez que otra suelo decir que si se llevaran la Catedral, yo ni me daría cuenta, porque cada vez subo menos a la ciudad y, cuando lo hago, difícilmente suelo ir más allá de la Plaza de la Constitución.

No veo mucho nuestra Catedral a no ser a lo lejos. Y es el caso, que muy cerca de nuestro monumento más valioso y simbólico está el edificio que más me marcó, porque pasé en él más de media vida. Primero trabajando en Tejidos Gangas y, después, en el INEM. Pero fue el largo periodo de Gangas el que con más cariño recuerdo, porque fueron 25 años los que pasé entre sus paredes y donde hice amistades que aún perduran, aunque también está el recuerdo de otros muchos que ya no están entre nosotros. Tantos que sería largo citarlos. De vez en cuando, me alegra encontrarme a algunos de ellos por la ciudad. Precisamente, la última vez que subí desde mi Puente Tablas, me encontré con Juan Antonio Fernández Galán, hijo de José Fernández Palomo, uno de los fundadores de Tejidos Gangas y director durante los 26 años que yo permanecí en su plantilla. Juan Antonio era un muchacho cuando yo llegué, también muy joven. Hicimos una entrañable amistad. Juntos fundamos un boletín informativo que tuvo una excelente aceptación entre los innumerables clientes de toda la provincia y de fuera de ella. A Juan Antonio le gustaba hacer sus pinitos en el periodismo y no sólo conducía el coche que nos llevaba a realizar reportajes a los pueblos de nuestra provincia, sino que también escribía artículos y, sobre todo, echaba las fotografías a las modelos que lucían las prendas de plena temporada. Aquel muchacho se ha hecho mayor. Tiene el mismo pelo pero ahora totalmente blanqueado. Y con el tiempo se parece cada vez más a su padre, de quien guardo un respetuoso y entrañable recuerdo y a quien agradezco muchas de las enseñanzas que me dejó sobre el comercio moderno, por el que él tanto trabajó. Era un enamorado de los escaparates y su celo hizo que los escaparates de Tejidos Gangas estuviesen entre los mejores de España y disputaran las portadas de la revista nacional “Escaparate” con El Corte Inglés y Galerías Preciados, entonces los dos gigantes comerciales de la época. El abrazo a Juan Antonio me trajo recuerdos de más de la mitad de mi vida profesional en una empresa que entonces era modélica y ejemplar.