Mayores, pero no viejos

22 jul 2019 / 11:46 H.

Para los que somos un poco mayores recordamos que cuidar de los mayores representa “un honor y una bendición”. Eso se vivía así en nuestros pueblos del siglo pasado. Recuerdo mis primeros años de niño, cuando mi familia y yo nos fuimos a vivir con mi abuelo paterno a su casa porque se había quedado viudo. Y recuerdo que él tenía un sitio especial siempre, un trato exquisito y un respeto de los que ya no hay. Yo no sé si antes era mejor o no, pero a veces sí siento que, en muchos sitios, los mayores empiezan a ser un estorbo. Hay testimonios de maltrato a las personas mayores desde la antigüedad, cuando los individuos que ya no podían valerse por sí mismos eran abandonados por la tribu. La vejez improductiva cuando ya no eres útil, también puede ser motivo de abandono o de “aparcar” a los mayores.

En la actualidad pasan cosas raras. Un ejemplo que puede ser excepcional, pero desgraciadamente se da, se produce cada periodo vacacional en las urgencias: algunas familias, deseosas de irse a la playa sin cargas molestas, dejan al abuelo o la abuela en el hospital y se marchan, en la confianza de que alguien se ocupará de cuidarlo.

Llegar a viejo ¿es un éxito o un fracaso? ¿Es una alegría o una desgracia? La mayoría de las personas mayores se sienten bien, están a gusto y mantienen una vida activa: viajan, hacen ejercicio físico, realizan labores de voluntariado, muchos llevan a los nietos al colegio y utilizan las nuevas tecnologías. Y, por si fuera poco, con la crisis se han convertido también en el sostén económico fundamental de muchísimas familias.

Es verdad que todo el mundo quiere llegar a viejo, pero nadie quiere serlo. Deseosos de jubilarse. Pero ser mayor o hacerse mayor no es solo cuestión de años, es un talante del espíritu, además de tener cierta edad, que eso nadie te lo quita. Llegan las canas y las arrugas, que también tienen sus encantos, y llegan “las goteras”, pero yo les digo que lo importante es que “no se arrugue el corazón”. Hay que añadir vida a la edad, no lo contrario. Añadir años a la propia vida. Por eso es importante tener en cuenta algunas cosas:

Ser mayor no puede ser estar mirando demasiado el pasado, añorando nostalgias llenas de recuerdos, “lo que yo era y para lo que hemos quedado”, y se pasan las horas repasando fotos del ayer, etcétera. Hay que mirar siempre hacia adelante, al tiempo que Dios y la vida nos regale.

Ser mayor no puede consistir en querer mantener a toda costa el sueño de la eterna juventud. Quitarse arrugas, mirarse con frecuencia al espejo, aparentar un vigor físico, una belleza, etcétera, que no se tiene como antes. Hay personas que tienen ya cierta edad y quieren seguir vistiendo como adolescentes y se ponen unos modelitos... ¡Ay, Dios mío! De mayores se tienen otras bellezas y hay que saber valorarlas y que, a veces, solo se ven con los ojos del corazón, pero la belleza está en el interior. Cuantas madres están llenas de ternura y esa es la belleza mas hermosa jamás conocida.

Ser viejos consiste también en varias cosas importantes:

La primera, hay que saber disfrutar de la vejez: Es fundamental prevenir la llegada de los años y el declive biológico. Aprender a saber envejecer con dignidad. Para ello existen ya en nuestra sociedad muchos mecanismos puestos en marcha con antelación: reducir el consumo del tabaco y alcohol; cuando somos mas jóvenes, comer de forma saludable y hacer ejercicio, entrenar nuestra mente, etcétera. Y aun así, debemos no ser ilusos y pensar que eso va a impedir la llegada de la vejez y que vamos a ser eternamente jóvenes. Pero es muy importante ser positivos y mirar el lado bueno de las cosas. Pensar que la vejez es otra etapa de la vida, muy valiosa, y como decía uno: “Que nos quiten lo bailao”. Se puede seguir disfrutando de la familia, de los amigos y de la vida misma, a lo largo de todas las fases que hay en nuestra existencia.

La segunda, aceptar y convivir con las dificultades: En lugar de evitarlas o negarlas, es un gran paso hacia la felicidad la aceptación y asumir las propias limitaciones. Eso nos hace más humanos. Saber convivir con uno mismo cuando uno está mal, es mayor o tiene dolencias. Y finalmente, hagamos lo que hagamos, no debemos negar la finitud, la limitación de nuestra vida, de nuestra existencia: es algo natural. Hay gente que viven como si nunca se fueran a morir. Yo pienso que eso también hay que naturalizarlo aunque a nadie nos guste. Eso lo saben hacer mejor que nadie los que son mayores que nosotros y debemos aprender muchas cosas de ellos.

La tercera, envejecer con calidad de vida: Abordar el envejecimiento, al igual que cualquier otra etapa vital, requiere de madurez, tener la “cabeza bien amueblada y el corazón bien organizado y el tiempo ocupado”. Para eso no hay recetas. Podríamos aludir a la tan conocida inteligencia emocional, que hace referencia a la capacidad de “actuar sabiamente” en las relaciones humanas regulando nuestras emociones a la hora de solucionar problemas y afrontar dificultades. Esta inteligencia emocional lleva a afrontar la vejez, los años, la enfermedad y la muerte de forma apacible, como una etapa más. Nuestros viejos son un ejemplo de esta inteligencia emocional: han sufrido una guerra, una postguerra, una dictadura y muchas dificultades familiares, sociales y económicas. Son tolerantes a la frustración, y al sufrimiento. Es una generación nacida para vivir y para luchar. ¿Qué sucederá dentro de unas décadas, cuando las nuevas generaciones criadas en el confort, el lujo y la inmediatez lleguen a viejos? ¿Tendrán esa inteligencia emocional? ¿Habrán sabido asimilar los recortes, la crisis, la falta de derechos humanos, como el paro, la precariedad, que ya no tendrán una pensión como nosotros? ¡Difícil me lo pones querido amigo!

Algunos consejos prácticos para los mayores, sabiendo lo que decía un viejo: “Una cosa es predicar y otra dar trigo”: Se trata de mantener en lo posible y mientras puedas la autonomía y las buenas maneras.

1. Ir siempre bien arreglado y limpio, no ir de cualquier manera con ropa que da la impresión de abandono o dejadez.

2. Ir siempre con la cabeza levantada, no ir encorvado, aunque cueste un poco mantener esa postura.

3. Alegra esa cara y nunca arrastrar los pies.

4. No pierdas ni la sonrisa ni el buen humor.

5.Tomar las sales: es decir, si sales de casa cada mañana, cada tarde, a pasear, al mercado, si sales para ir de compras, o a tomar unas cañas con los amigos o amigas, te encontrarás mejor. Quedarse en casa, sentado en el sofá viendo la TV es una muerte lenta. ¡No te olvides: tómate las sales!

Y, por último, si además eres creyente, dale gracias a rebosar a Dios todos los días por los años que te ha regalado, y reza, reza por ti, tus hijos, tus nietos, tus amigos, tu país... “Al final del camino te dirán: ‘¿Has vivido? ¿Has amado?’. Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”. Esos nombres tienen rostro y han hecho contigo el camino. Hasta que nos encontremos hermano. Un abrazo.