Matón de colegio

Cuando vi a Trump con una pizarra, como la que usan los restaurantes para describir el menú del día, indicando los aranceles que iba a imponer al resto del mundo, me pareció un matón de colegio. Me refiero a esos niños que crecen más rápido, que son más altos y fuertes que los demás y que, abusando de su fuerza, obligan a sus compañeros a que le den el bocadillo o el dinero que lleven en los bolsillos. No tiene menos nuestro presidente, toma esas decisiones porque puede, porque tiene detrás un gran país, una potencia económica y armamentística. Es en esto en lo que se escuda para legislar a su antojo, sin pensar en las consecuencias que puede tener entre sus propios ciudadanos, porque los matones no piensan, actúan. Las bolsas se han desplomado en todos los países, incluido el suyo propio, pero ni eso le hace recapacitar, tan solo ha establecido una moratoria de noventa días. Me pregunto cómo no se les cae la cara de vergüenza a los líderes de extrema derecha como Meloni, Orbán o a nuestro patriota Abascal, deberían criticar estos aranceles que harán mucho daño a sus países, pero nadie muerde la mano que le da de comer. Solo nos queda esperar que esta crisis se transforme en la oportunidad de consolidar la Unión Europea para dar una respuesta conjunta.