Matar a un ruiseñor

    08 nov 2022 / 15:08 H.
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    Matar es fácil, con voluntad. En América hay, día a día, masacres indiscriminadas en colegios, en manifestaciones. Niños que matan a niños. Tienen armas y facilidad para adquirirlas. En España las leyes son más estrictas con las armas de fuego, pero los índices de homicidios aumentan cada año, porque existen cuchillos, fármacos letales y hasta golpes y fuegos para terminar con la víctima, inocente o no. Hay crímenes de inocentes que llegan más a los sentimientos de la mayoría: cuando la víctima es un niño —más inocente imposible— y, además, es a mano de uno de sus padres. ¿Hay crimen más horrendo que ese? Habría que preguntarse qué nos pasa como sociedad para que una madre, o un padre, sientan tanto odio que utilicen al inocente para vengarse del otro. En 1961 Harper Lee ganó el Pulitzer por “Matar a un ruiseñor”. Tanto la novela como la película nos hizo reflexionar sobre el odio, la maldad, el racismo y la inocencia. Desde entonces, tanto americanos como españoles, —rusos, europeos y ucranianos— hemos avanzado en conocimientos y en tecnología, pero “desaprendemos” a pasos agigantados en valores, sentimientos, en amor, en tolerancia, en humanidad. ¿Cuál será nuestro futuro si no se ponen medidas para frenar la barbarie?

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