Mascarillas

Entre las reliquias de la pandemia están las mascarillas. En un principio, llegaron a decir, mintiendo, que eran innecesarias y contraproducentes, para después hacerlas totalmente obligatorias, incluso en espacios libre y abiertos, como el campo. Los grandes vaivenes del tema han estado condicionados, por su disponibilidad y por el desconocimiento de las vías de trasmisión del virus. Conforme se ha ido afianzando la teoría de la trasmisión por vía aérea, se han ido relajando las normas para su utilización obligatoria. Por otro lado, al ir disminuyendo la incidencia de la infección y sobre todo la gravedad de los efectos, gracias al efecto de las vacunas, se han ido reduciendo los ámbitos en los que es obligatorio su uso y en la actualidad está limitada a los trasportes públicos y a los centros sanitarios. No voy a entrar en lo acertado o no de la norma, pero si quiero señalar dos incongruencias dentro de ella: las farmacias y los taxis. Cierto que las farmacias, son centros sanitarios y que los taxis son trasportes públicos, pero a pesar de ello, no veo por qué hay que prevenir más el contagio en una farmacia que en una óptica o en una perfumería, o en un taxi que en un restaurante. Y es que cuando se hacen las normas, se deben contemplar también las excepciones.