Máscaras sin rostro

    24 jul 2020 / 12:37 H.
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    Hemos perdido en poco tiempo una parte de nuestras señas de identidad. Por mandato de la autoridad competente ha desparecido una parte importante de aquello que nos define como seres humanos. La máscara que cubre la mayor parte del rostro apenas si permite expresar los sentimientos que emanan del alma. Un minúsculo germen que vino de lejos ha decretado la desaparición de las sonrisas, la prohibición de los besos, el anonimato indescifrable de los rostros. Hemos ingresado así, forzosamente y sin paliativos, en un túnel del tiempo que recordaremos el resto de nuestras vidas. Contaremos a los nietos que acaban de llegar la historia de un extraño planeta lleno de fantasmas que deambulaban por las calles, de un mundo de criaturas que andaban con miedo en lo que les quedaba de semblante. Será difícil que comprendan que quizás todo esto fue el resultado del fracaso de una humanidad envanecida por el progreso, indiferente siempre a la destrucción de su medio. El final de este cuento no se ha escrito aún. Cuando suceda, les diremos que intentábamos darle el amor que necesitaban, sólo con una mirada dulce en los ojos y la dosis de ternura que destilan las palabras.
    (Para Aitana).

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