Más santos que hornacinas

    28 jun 2022 / 15:58 H.
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    Un estudio asegura que la mayoría de las personas se consideran un dechado de virtudes. Sin embargo, pocas perciben esta abundancia en los demás. A pesar de ser generalizado, siempre están aquellos cuya fe en su superioridad moral va más allá, considerándose la flor y nata de la humanidad, con derecho a instruirte o censurarte. Todo ello imbuido de la más cargante condescendencia: jamás piden disculpas, se atribuyen los más altos rasgos morales, viven en una eterna gracia y los otros, los infames, en el pecado. Este asumirse con derecho a juzgar y condenar, a descalificar y despreciar a los que no piensan, ni viven, de la misma manera, se contagia a colectivos y grupos políticos que aseguran ser los más probos del mundo. Yo, particularmente, no me incluyo en ese clan de superioridad moral, lo que no deja de ser digno de reflexión porque presumir de carecer de ella ya es poseerla, pero, la verdad, y parafraseando a Beethoven, es que la única superioridad que veo en el prójimo es la bondad. Y se ve poco. Al final, tanta petulancia harta y provoca el surgimiento de una nueva fatua moral que consiste en oponerse a la anterior. Total, que acaba habiendo más santos que hornacinas. No damos abasto para tanto rezo.

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