Más ruido que nueces

28 abr 2019 / 11:07 H.

L os debates electorales han servido, creo, para muchos menos de lo que las expectativas previas anunciaban. Muchos analistas y ciudadanos se han quejado del ruido y del barullo, sobre todo del segundo debate, que en poco parecen haber ayudado a los indecisos. El ruido es mal compañero de decisiones serenas y razonadas. El cerebro toma sus mejores decisiones en momentos de tranquilidad y reposo. Estos debates han servido menos para hablar de lo que realmente interesa a los ciudadanos, de sus propuestas y programas, y más para ahondar en reproches de los que ya estamos bastante cansados. Además, no ha existido un ganador claro. Los analistas señalan que ese galardón era incompatible con un modelo de debate como el que se ha registrado. Eso es más propio de los cara a cara. Unos dicen que Rivera pudo ganar el primero y que Iglesias el segundo. Que Casado estuvo mejor en el segundo que en el primero y que Sánchez salvó los muebles pero sin destacar demasiado. Son opiniones, nada de consenso, nada de claridad que permita decidir a no ser que pequeños detalles inclinen la balanza. Había un alto porcentaje de indecisos antes de los debates y, me temo, que ese porcentaje no ha variado mucho tras ellos.