Marcha Radetzky

Todos los años mi padre se levantaba el 1 de enero para ver los saltos de esquí y escuchar el concierto de Año Nuevo de la orquesta filarmónica de Viena que concluía con la Marcha Radetzky. Yo me entretengo el mismo día con la Encuesta Anual de Percepción de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, porque ¿a quién no le va a gustar leer las predicciones para la próxima década de 1.500 líderes globales y más de 200 expertos del mundo académico, empresarial y gubernamental? Al menos, tengo que agradecer que entre los riesgos más graves de la próxima década no aparezca la temida inmigración. El principal peligro a escala mundial es el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos. La información errónea y la desinformación están en segundo lugar. Le siguen la polarización política junto con los ciberataques y los conflictos armados interestatales, que completan los primeros puestos más preocupantes. Ahora solo puedo pensar en el futuro. Pero no lo veo fijo. Puedo concebir una multiplicidad de futuros diferentes, porque no sabemos lo que el destino nos tiene preparado antes de que cierre la noche. Y aunque esto me genera incertidumbre, también me deja espacio para la esperanza.