Marcando territorio

    11 ago 2019 / 16:08 H.

    Rara es la esquina, columna o bolardo de nuestro Jaén que esté libre de ese suave aroma pestilente del pipí perruno. Los canes, guiados por sus desconsiderados humanos, levantan la patita junto a cualquier elemento del mobiliario urbano que les apetece y allí dejan su huella física, olorosa y patente para marcar su territorio. Ahora que el Ayuntamiento publicita una “app” para descubrir problemas de todo tipo, incluidas limpieza y salubridad de nuestras calles y plazas, habrá que recordarles que existe una olvidada normativa por la que los acompañantes de los perritos deberían limpiar con agua jabonosa y/o lejía las aguas menores de sus mascotas. Pero, ¿ha visto alguien a un ciudadano/a en tal actividad? Se diría que es algo propio de Cuarto Milenio. Es verdaderamente repugnante pasear, por ejemplo por los soportales del Bulevar, y encontrarse a cada paso –literalmente- con regueros de orina de perro aun húmedos sin que nada ni nadie los limpie o evite. ¿Culpables? En primer lugar, obviamente, aquellos que sacan a pasear mascotas de todo tipo y tamaño para que alivien sus vejigas y cabalguen felices por terreno comunitario sin tener en cuenta el bien común, la salubridad, el medio ambiente o, incluso, la buena imagen de la ciudad y, por seguir con el ejemplo, de uno de sus barrios más característicos por nuevo y por proyección de futuro. En segundo lugar, las autoridades. ¿Han elaborado un plan exhaustivo de limpieza, disuasión y sanción? El orden de estos tres factores no altera el resultado que debería ser, por supuesto, unas aceras limpias y no nauseabundas. Curiosamente existe en la zona uno de esos “pipi can” pero parece que nadie o muy pocos lo han descubierto. Los paseantes hemos de sortear riachuelos perrunos que están socavando, corroyendo y levantando baldosas que nuestros impuestos habrán de reparar. Ya hay establecimientos que han colocado pegatinas indicando a los incívicos que pueden llevar a sus mascotas a sus propias fachadas para que las ensucien a placer e impidan que la ciudad sea un estercolero. Una miríada de perros ensuciando la ciudad ¿es algo apetecible y que merece aplauso? Las mascotas han aumentado en progresión sideral y las tardes y las mañanas son un maratón de perros haciendo sus cositas, no siempre en diminutivo. Al menos las cacas parece que se recogen en mayor proporción pero en muchas ocasiones queda el rastro en mitad del acerado para disfrute de los viandantes. Hagamos un llamamiento a quien corresponda para que Jaén no destaque de nuevo por esas “lluvias doradas caninas”. No olvidemos el lugar que ocupamos en el ranking de ciudades “sucias” y luchemos por erradicar estas sucias costumbres. Nuestra salud colectiva lo agradecerá.