“Mansplaining”

16 jul 2019 / 12:26 H.

La historiadora y activista norteamericana Rebecca Solnit, popularizó recientemente el término ‘mansplaining’ para definir la actitud de muchos hombres de explicar de manera condescendiente o paternalista a las mujeres cualquier cosa, obviando en la mayoría de los casos el conocimiento o interés que puedan tener esas mismas mujeres. En su libro “Los hombres me explican cosas” describe un fenómeno tan antiguo como la propia humanidad, pero que han puesto en evidencia ahora centenares de mujeres académicas que compartieron experiencias similares de haber sido tratadas condescendientemente y minusvaloradas por sus compañeros varones. La cosa resulta hasta grotesca cuando se empeñan en explicar cosas sobre las que no tienen ni idea a mujeres expertas o conocedoras de la materia. “Nadie se ha disculpado por explicarme cosas que yo sabía y ellos no”, reconocía la propia Rebecca Solnit.

Las cosas han mejorado sin lugar a dudas, pero no han cambiado radicalmente. Sólo basta con escuchar las declaraciones y posicionamientos políticos de los movimientos ultraconservadores para comprobar lo poco que hemos avanzando en nuestra cultura social. Seguimos instalados en un modelo social patriarcal donde, a pesar de los avances legales y de la conquista de las mujeres en el conocimiento científico (somos la mayoría de universitarias desde hace una década), no terminamos de superar la supremacía del hombre sobre la mujer. El claro patrón de violencia contra las mujeres, que se repite cotidianamente incluso en las generaciones de hombres jóvenes, hunde sus raíces en unas convicciones profundas que siguen considerando a las mujeres como posesión y objetos de uso cotidiano para los hombres. Esta desigualdad estructural, que tiene que ver con un mundo que entiende que hombres y mujeres tienen roles diferentes, y otorga un valor diferente a las actividades de hombres y mujeres, es la que sigue justificando la violencia de género y la que explica los múltiples casos de “manada” que lamentablemente se suceden como algo cotidiano. Cada segundo, miles de mujeres son abusadas y agredidas en el mundo por el mero hecho de ser mujeres. Mientras esto ocurre, encontramos no sólo tolerancia social hacia la discriminación y acoso a las mujeres, sino beneplácito, complacencia y justificación en partidos como Vox. La posición de inquina y obsesión que demuestra el partido de Vox y sus dirigentes hacia la igualdad entre hombres y mujeres y hacia las mujeres feministas, es una peculiaridad de nuestra extrema derecha que merece la pena ser analizada. Aunque en el ideario de Trump, Salvini y toda la extrema derecha europea, el posicionamiento hacia las políticas de igualdad es de intolerancia y retroceso hacia cualquier posición que avance en una sociedad igualtaria, priorizan en su discursos su ataque frontal a la inmigración. En el caso de sus hermanos españoles, sin embargo sus primeros pasos en las instituciones han sido para intentar eliminar todas las normas y leyes de igualdad y perseguir a toda mujer que se declare feminista. Recuerdan demasiado a la tradición de la derecha española en su relación con la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Rezuman en sus odios la persecución de las mujeres republicanas en los primeros años del franquismo, donde se les afeitaba la cabeza y se las sometía a escarnio público en un intento de mermar no sólo su dignidad sino su identidad.