Malos vientos

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Parece que los vientos no soplan buenos para los escritores. En breves fechas se nos han ido dos figuras con la solera y la experiencia de “Las buenas letras”. Fernando Sánchez Dragó y Antonio Gala. Los dos sobrados de vivencias, de encrucijadas y crudezas que enseñan a vivir. Pero pletóricos por sus historias, sus muchos lectores, sus éxitos cosechados. Pero todo cansa. Ya los años les pesaban a los dos. Estaban “tulliditos”, aunque en Literatura no ocurre igual que en otras profesiones. Se adquiere gloria y prestigio con los años. Un chaval o una escritora joven, aunque les sobre inteligencia y estén pertrechados de sesudos estudios, tienen que vivir. Pasar por muchas etapas (y no con ligereza) sino bebiendo los aromas y sabores del día a día. Aspirar aires de otros lugares, admirar y pisar otros paisajes lejanos. Turbios unos y despejados otros, pero vivirlos fehacientemente. Que los capten, que los perciban con deleite. También con ardor y vehemencia si el caso lo precisa. Saberlo mostrar deleitando y entreteniendo, hablarle al lector casi al oído. Transmitirlos con limpieza y fundamento y unas gotitas del deleite que la experiencia proporciona. La vida del escritor, aunque solitaria, tiene el encanto del abrazo invisible del público.

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