“Malditos okupas...”

    12 ago 2020 / 16:26 H.
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    Allá por diciembre de 1984, fue cuando se produjo en Barcelona la primera “okupación” urbana tras el democrático régimen de 1978 en el Estado español. Anteriormente, durante el totalitarista régimen del Asesino Franco, el miedo más negro y siniestro de aquella época oscura daba al traste con cualquier intento okupa. Pero no nos engañemos, antes, después y ahora: el problema habitacional en la sociedad es crucial, y es por lo que, con toda legitimidad, se convierte en el principal motor del impulso de okupa. A tenor de lo dispuesto en la Constitución Española, vigente, en su Título I. De los derechos y deberes fundamentales. Capítulo tercero. De los principios rectores de la política social y económica. Artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos. Por otra parte, en la misma Constitución, en su Sección 2. De los derechos y deberes de los ciudadanos. Artículo 33: Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes. Cuál de estos dos artículos es superior al otro. A lo largo de mi vida, vengo observando un patrón de comportamiento en las personas, en el pueblo sencillo, que se repite firmemente: siempre que, en la sociedad, colectiva o individualmente surge un problema, quienes lo sufren atacan y se enfrentan a la parte más débil del conflicto. Nunca son capaces de enfrentarse a quienes, en primer lugar, tienen que cumplir la Ley. Malditos okupas, ¡no! Malditos son los gobiernos que no cumplen y hacen cumplir a las administraciones públicas y al pueblo las leyes de su propio Estado.

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