Magdalenas en lunes santo

15 abr 2019 / 16:43 H.

Lunes Santo en Jaén del siglo pasado, familia numerosa del barrio de San Juan, movimientos previos a la fiesta por parte de mi madre. Vamos “nene” que llegamos tarde, coge esa Canasta, los cartones de huevos, y los limones que tengo en la cocina. Sito, no se te olviden los moldes de las magdalenas. ¿Dónde vamos mamá? Niño calla, que tengo pillada la vez. Obediente justo detrás de ella, vamos camino del antiguo Horno de la Calle Salido. A la entrada, se arremolinan una decena de mujeres, todas separan moldes sobre las latas de cocción, raspan la cascara de limón para las magdalenas, galletas y hornazos y baten con fuerza los huevos. Con la salida del primer cocimiento y seducido por el olor, tengo unas ganas locas de probarlas, pero el trabajo ahora es colocarlas en la Canasta, taparlas con los pañitos que mi madre ha preparado. La orden es de llevarlas a casa, el traslado provoca ausencia de control materno y es cuando alguna de las magdalenas las engullo. El olor a incienso se respira en el ambiente, el paso de nazarenos es constante, y los ensayos de tambores suenan de fondo. El Cristo de los Estudiantes está a punto de hacer su salida, toca merendar un hornazo.