Luna
a luna

    23 nov 2021 / 16:31 H.
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    Dos de marzo de 1937, el poeta de Orihuela, Miguel Hernández, llega a Jaén en calidad de comisario de cultura. En esa fecha, concluye los versos que se convertirían en himno de todo un pueblo, “Aceituneros”, publicándose inmediatamente en el Diario “Frente Sur”. Su gran sensibilidad le hizo cantar a la realidad más cotidiana de aquella tierra callada, del trabajo, sudor, sangre y vida de aquellos jornaleros que levantaban sus olivares. Y aquellos aceituneros altivos siguen hoy levantando y amamantando con manos bravas sus tierras en un ir y venir incansable con el temor de que algunos se enriquezcan injustamente sepultando así el esfuerzo silencioso de sus días, de su sol a sol y de su luna a luna. Muchos siglos atrás, la diosa Atenea tuvo que enfrentarse a Poseidón por la protección de la ciudad de Atenas; Zeus estableció que ganaría quien aportara el regalo más beneficioso para la humanidad. Frente a la fuente de agua salada que ofreció su rival, ella afirmó victoriosa: “Plantaré el olivo: alimentará, alumbrará, será refugio y símbolo de gloria”. Poesía, mitología y realidad tejen mis líneas para honrar a quienes colorean un paisaje que sueña ser Patrimonio de la Humanidad.

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