Luis Matilla
Ha fallecido el autor teatral Luis Matilla, escritor fundamental del territorio teatral para la infancia y la juventud, e impulsor de grupos esenciales de la historia escénica de nuestro país como Tábano o El Gayo Vallecano. Hace unos años tuve la oportunidad de participar, como jurado, en la deliberación de un certamen y el texto premiado resultó ser de Luis. Fue bonito sentirse un poco descubridor de una tierra por la que solamente había transitado el autor y unos pocos allegados. Me parecía un texto hermosísimo y deseaba que otras personas pudieran disfrutarlo.
Sin embargo no podía evitar, también, un componente de responsabilidad ante la importancia del certamen literario. Por eso cuando se abrió la plica, sentí un cierto alivio: era un texto de Luis Matilla, así que era un buen texto, con todas las garantías necesarias, bien diseñado, bien construido, bien amueblado, un espacio perfecto para que cohabitasen personajes, lectores y espectadores.
Después, al darse a conocer el nombre del ganador y cuando la noticia se extendía por las redes sociales, el comentario era unánime: “El ganador ha sido Luis”. “Qué alegría”. Y es que Luis siempre ha concitado esa difícil unanimidad que suele acompañar a los grandes. A los grandes escritores y a los grandes tipos. Porque Luis además era una persona estupenda. He coincidido con Luis Matilla en varios certámenes y siempre disfruté de su charla. En una ocasión me hizo saber que su padre, Eduardo García Maroto, nació en Jaén (de hecho luego caí en la cuenta que una importante calle tiene su nombre); fue un importante cineasta que rodó un montón de películas interesantísimas y documentos excepcionales. Aquel día Luis me contó que, por ejemplo, las imágenes de la proclamación de la república en Madrid, que forman parte de tantos documentales y de la historia audiovisual de nuestro país, fueron rodadas por su padre. Luis era una de esas personas que daba alegría encontrar, alegría sincera. Un hombre que cuando se enteraba de alguno de mis premios, se apresuraba en enviarme un mensaje de felicitación, y se notaba que sus palabras eran auténticas. Luis escribía desde la verdad, desde el sentimiento, y desde el compromiso. Y atesoraba un currículum impresionante.
Su texto premiado en aquel concurso era Bajo el cielo de Gaza, una obra que sin caer en maniqueísmos ni en excesos ternuristas, y sin hurtar dramatismos en una realidad tan compleja, trata un tema fundamental, una piedra angular de la realidad geopolítica mundial.
Si el teatro es conflicto, el conflicto por antonomasia de nuestro tiempo es el palestino-israelí, y sin duda cualquier remota posibilidad de solución para un antagonismo tan enquistado, debe centrarse en la infancia, y requiere los andamios de la educación, que debe servirse de sus mejores y más limpias herramientas.
Y en Bajo el cielo de Gaza, el humanismo activo que vertebra la obra, se sirve del trabajo escénico, con las jóvenes víctimas del conflicto, pues no hay mejor herramienta que la teatral para colocarse en los zapatos y las circunstancias de otro. Es un medio maravilloso para tratar de generar cierta empatía entre sociedades víctimas de un odio tan enconado. En fin, gracias Luis por este texto y por toda tu obra. Y sobre todo, gracias por perseguir, con tanto acierto, un mundo mejor.