Luchas intestinas

23 ene 2017 / 11:29 H.

La vida tiene esos contrastes. Por ejemplo, hay presidencias, como la del Real Jaén, que no las quiere nadie, y hay otras presidencias, muchas, como la de un partido político, que las desean todos. Y es que en presidencias como la de un club como el jiennense no solo hay que exponer sino que también hay que poner, mientras que en las otras no se pone nada, se expone muy poco y, en cambio, con suerte, se pueden ganar poder y dinero, dos componentes que, juntos, suelen generar fórmulas muy peligrosas para los que queden por debajo. El año ha comenzado con un gran número de partidos sumidos en luchas intestinas, con muy distintos objetivos, pero sobre todo con el de conseguir ser líderes en el plano interno del propio partido y, sobre todo, en el plano nacional.

En el PSOE, que tantos rotos, “sietes” y zancajos decían que tenían que coser, se han olvidado del hilo y de la aguja y cada grupito intenta sus estrategias para hacerse con ropa nueva y evitarse dar puntadas. No les va a ser fácil recomponerse y recuperar la fuerza y el prestigio perdidos. Mucho menos, si le dan cancha nuevamente a Pedro Sánchez, el máximo responsable de su mayor y más reciente descalabro. Sería bueno que el PSOE volviera a recuperar su auténtica imagen. La experiencia de Pedro Sánchez debería servirles para elegir a un candidato que no anteponga los intereses particulares a los del partido propio y mucho menos al total de los españoles. Su sueño de ser presidente del Gobierno llevó a su partido a sufrir la peor de las pesadillas.

Lo que resulta totalmente sospechoso es que cuando un partido que aún no ha terminado de escribir la introducción o el prólogo de la que pueda ser su historia, cuando aún no ha conseguido nada más que unas cuantas pedreas del premio gordo, ya andan disputándose las papeletas que llevan para el sorteo que pudiera darles el poder. Claro que los de Podemos para eso son radicales y populistas, para no estar contentos con nada, ni con ellos mismos. Los polemistas tienen un grano oculto llamado Juan Carlos Monedero que, tras la tramoya, pica cuando quiere y a quien quiere. Y ahora le ha salido otro grano a Pablo Iglesias llamado Iñigo Errejón, quien con cara de niño inocente manifiesta sus desacuerdos con el actual líder. A Errejón le mola poder ser presidente de su partido. Es natural.